Huachafísimos, los peruanos de la nueva y robusta clase media compran y compran hasta más no poder. La ‘grati’ de julio los enloquece. Tienen plata, por eso los asaltan. En el C.C. Mega Plaza de Lima Norte la gente ha ingresado a la vorágine pleno del consumismo total. Todos salen casi desesperados, rozándose con bolsas y paquetes en la saciedad incompleta. Temen el fin del mundo y compran. En la tienda por departamentos el sonido de los electrodomésticos es ensordecedor. Igual, en Mesa Redonda, el jirón Andahuaylas, los transeúntes tienen las miradas extraviadas. El síndrome de las compras los ha vencido en Polvos Azules. Las carretillas atropellan a los viandantes. Hay pues un sector social que compra a raudales y otro que vende por montones. Igual que en Lima, en Trujillo, Arequipa, Ica, Cusco etc. Las urbes en medio del imaginario: “dime que compras y te digo quién eres”.

En el libro de Desco “Perú hoy, la clase media ¿existe? que es de hace una década, se explica a este sector pujante y se dice que por lo menos dos grandes maneras de abordar el tema de las clases medias. La primera, ligada a la diferenciación social, recurre a los niveles de ingreso y poder, anclándose en el trabajo y la economía; la segunda, basada en la identidad social y en el universo de valores, costumbres y comportamientos compartidos, anclada en la cultura y en el orden simbólico. A ellas, el sociólogo Guillermo Nugent añade la alusión a un estilo de esfera pública, por lo tanto de convergencia de distintos sectores sociales. En cualquier caso, es claro que estamos frente a una “categoría” difícil y compleja que por instantes resulta inasible.

Para Rolando Arellano, de la consultora Arellano Marketing, la verdadera clase media está entre los niveles socioeconómicos (NSE) tradicionales C y algo de B. “Las empresas de investigación dicen que solamente un 28 % de los peruanos conforman la clase media --según nivel de ingreso--, pero cuando se le pregunta a la gente: ¿A qué clase pertenece? Un 56% se siente clase media”. Arellano dice que esta nueva clase media conformada por los sectores emergentes, crece desde hace 40 años, cuando llegaron como migrantes, y desde ese tiempo han acumulado propiedades y generado sus pequeñas empresas. Pero –explica–, este sector no necesariamente tiene las costumbres y sigue la forma de actuar de la parte tradicional, presenta códigos musicales, artísticos, culturales y económicos diversos. Todo ello esta explicado en su libro “Estilos de vida”.

LOS PROVINCIANOS, LA CLAVE

Y de dónde salió este sector, pregunto. Y entre marchas y contra marchas, digo que el peruano de marras es un migrante genético y un trashumante empedernido. A la cifra que manejaba el Dr. Teófilo Altamirano en sus estudios de 1985, donde se explica las 70 mil instituciones provincianas que operaban en Lima en ese entonces, sería bueno recordar las investigaciones de José Matos Mar --El desborde popular y el origen de las barridas en los 50—y las de Carlos Iván Degregori --culturas hibridas, barrios marginales—en el que se señala la permanente y castrante búsqueda de la modernidad y el fracaso de su representación política. Así, el peruano del anexo va al distrito y luego a la provincia y de ahí a la capital del Departamento y luego llega a Lima y ya está buscando cómo irse Argentina o España. Errante errático, por no decir vagabundo.

Elvira Choque es de Ancash y no es la reina de carretilla. Madre soltera con un hijo. Mujer emprendedora con negocios en la industria minera. Tiene taller y casa propia en Los Olivos. Es lo que se dice madre coraje/batalla y líder en su compañía. Tiene casa propia y maneja una 4x4 con lunas polarizadas. Ella compra en Wong los lunes y viernes. Esta vez ha salido con su niño y su tarjeta de de crédito del BCP. Cuando le pregunto cómo es su existencia contesta que su placer es comprar lo que se le dé la gana. Factura 120 mil soles al mes. El niño tiene un millón de juguetes y apenas 4 años. Empoderada Elvira confiesa que es feliz. Que se sabe de una nueva clase que ha surgido en la Lima Norte. Cuando uno le pregunta sobre sus valores reacciona como una leona. Es evangélica y votó por PPK y no entiende a Nadine Heredia. No tiene amigas. Solo empleadas y desde hace un tiempo toma pastillas para dormir. Sueña con un marido rubio. Todavía no llega. Y llora en el baño cuando la servidumbre se duerme.

Ahora existe en el Perú, según INEI, una tercera parte de los sectores económicos que se llaman de clase media. Dos grupos forman la clase media: el sector B tradicional y los denominados sectores emergentes, que creen en el ahorro y dan suma importancia a la educación. Sus ingresos están entre los S/. 4,000 y los S/. 7,000 mensuales. ¿Cuál es la cuestión? la clase media tradicional se definía no por su ingreso sino por el tipo de trabajo que realizaba. Típicamente tenían educación superior y eran asalariados en empresas privadas, el aparato estatal o en empresas públicas. Su canasta básica de gastos de este segmento es, en promedio, de S/. 3,500 al mes, destinando un porcentaje relativamente alto a la educación. Sus hijos van a colegio privado antes que un estatal y se paga por mensualidades entre US$ 100 y US$ 300 mensuales.

La nueva clase media en general ahorra no más de un 15% de sus ingresos; gasta alrededor de un 40% en productos de primera necesidad: luz, agua, salud, etc.; 15% a 20% va a necesidades básicas de la casa y otro 15% a 20% más a educación. En Los Olivos, por ejemplo, y sur de la ciudad, una familia de cuatro personas, osa salir de su zona para ir a un restaurante o divertirse, generando un hábito de consumo que centros comerciales y demás comercios y han aprovechado. Un limeño de nuevo cuño, es conchudo. Y está bien. Se mete en el Jockey Plaza, en sus restaurantes gourmets, ingresa a las tiendas fichas y paga por un par de zapatillas 400 dólares. O sea, ya rompió el espacio de la segregación.

Se gasta duro y bien. Hay un nuevo imaginario. Compro, luego existo. Según el jefe del INEI, Alejandro Vílchez ¿mucho gusto? ha dicho que la economía creció en estos meses solo y únicamente por el incremento de las ventas al mayor y al menor. Julio Velarde, men del Banco Central de Reserva del Perú confirmó que la clase media va al paraíso. Así sean cholos power. Que en el año la economía muestra una expansión del 6,3 % impulsado por la compra de ternos en Gamarra, helado de CC Caminos del Inca y el uso de las chicas de Relax del diario El Comercio. Digo al final, no quise ser “cholo” pero como hoy tengo plata, nadie me detiene.

¿CUÁNTO VALE TU AUDI?

Un peruano de clase media se verá siempre entre el Caldo de Gallina vs. Combo 1 McDonald y opiniones divididas. Y porque la nuestra, no es una cocina de la abundancia ni de las carencias. Es la olla coyuntural de los antojos. La pobreza y la segregación fue la madre del imaginario del jamar nacional. El peruano come como camina. Los negros zapateaban como las negras angolas movían las caderas, aquel batán de la sensualidad, así nació el Cau cau. En la sierra hasta ahora zapatean, he ahí el origen del Chairo, chupe liberador del trauma de la conquista [Atahualpa envenenado por el vino de un odre tramposo], entonces se coma más rico [releer Los Ríos Profundos de Arguedas]. Y lo crudo y lo cocido en maridaje de las cocinas regionales. Entonces la pachamanca se «apituca». Aparecen los restaurantes campestres en Santa Eulalia y en Cienaguilla. Sus fuego son pétreos, la edad de la piedra de una culinaria sin tiempo. Se unen las pastas al charqui, los brócolis a la carne de alpaca, los ñoquis al cuy. Se afirma las identidades nacionales y las cocinas departamentales reclaman un lugar en las ciencias sociales. ¿Comemos igual todos los peruanos? No creo. ¿Tienes trabajo? ¿Eres informal? ¿Cuánto vale tu Audi? ¿Qué hacías tú mientras el crimen de Barrios Altos? La democracia se ve mejor sólo cuando se proyecta en el menú. La cocina popular se ha fregado con las pailas del populismo y las mamás de los clubes de madres dejan las mejores presas para sus maridos. La oferta es múltiple y cruel y tiene el vómito de la corrupción. Persiste dos formas de existir. Dos conceptos de trepar al cielo dirigencial. Dos paisajes culinarios se enfrentan en solo país y los anticuchos pican como tus ojos mi morenita, tienen bastante ají, culantro y perejil.

LAS OTRAS CLASES SOCIALES

Rolando Arellano utilizado un método bien curioso desde la óptica política, económica, administrativa y de marketing, le saca la vuelta a la economía ortodoxa y le levanta la moral a los de la clase media al clasificarnos de acuerdo a nuestro perfil cholo jamás griego. Así nos hacemos diferentes según esta nueva tabla las conservadoras, los tradicionales, los progresistas, los sobrevivientes [aquí estamos, hermanito], las trabajadoras, los adaptados, los afortunados, los emprendedores y los sensoriales. Creo que Arellano se acerca a la esencia del problema pero se olvida de los alpinchistas, que son la mayoría, es decir, aquellos peruanos que ya perdieron la fe, que habitan en las cumbres de la miseria, y que son los motores del clientelismo y las víctimas de los populismos de hogaño y desde el año de la pera.

En Perú, que no es un país tropical, en el fondo si lo es. Hay ricos y hay pobres. La clase media existe si uno es huachafo y agarra turismo ecológico para acercarse a Asia, el balneario del sur no el continente donde no existe la clase media, en Lurigancho tampoco. Es decir, existen peruanos que tienen conciencia de clase para sí, ya que si en algo está clara la clase media es en que no quiere ser clase media, dadas sus motivaciones de alcanzar la tan ansiada movilidad social y la táctica de la araña. Full arribismo. Con grandes y honrosas excepciones, los clasemedieros nos morimos por salir en las páginas de Hola o Cosas o en el Comercio o porque nos entreviste el gran maestro Chema Salcedo en RPP TV o aún más, que nos vean en Orlando preguntando por un pareo para la otra. Luego, nos llega que nos encuentren en el mercado de Lince comprando una «china» de menudencia de pollo.


Foto principal: Aquistbe