Groseramente nadie aprende a tirar mirando la televisión o leyendo el Kamasutra. Eso lo sabe la sexóloga puertorriqueña Alessandra Rampolla que regresa a Lima este 26 de setiembre e insiste en su ciencia para la conciencia y para gozo de las damas de Eisha. Yo digo qué se tira como se vive, con la sabiduría de la mochila genética antes que con el manual. ¿He dicho tirar? Sí, a propósito. La burocracia lingüística es asexuada. Dícese “voy hacer el amor” cuando se refiere al coito. El inglés es más práctico y rápido: fuck. Nos vamos por las ramas, ladinos los latinos y con gracia. Mi madrina decía que así era mejor. El acto sexual en nosotros hace gala de galantería erótica, pellizcos y susurros. No hablo de la violación. Aclaro: “Tirar”, dícese del acto de penetrar con el miembro sin estilacho, torpemente. Es decir, copular: el acto de facto. No, escribo del buen polvo, que es arte y no ingeniería.

Rampolla conoce pero nos subestima. El tema es delicado por ello lo trato son contrato. Rampolla predica con el ejemplo, es cierto. La he visto mostrando a las parejas realizar la pose del misionero rabioso como la del salto del tigre y sin red. Usa aparatos. ¡Ajjj! Lubricantes, consoladores, cataplasmas y látigos. Sabe la tía. Así recorre el mundo derramando ralea y lisura. Ahora presenta su exposición: “Te amo, pero a veces no te soporto”. ¿Un unipersonal? Parece. Y cobra entrada con Teleticket. Un asiento en Platinum sale a 150 Soles. Tan caro como “Mistura” pero esta es otra comida.

La técnica de Rampolla es sencilla. Dice las cosas por su nombre y ese es su ‘bisnes’. Como diría Julio Andrade: “Se la llevan fácil”. Entonces nos enseña las claves para encender el fuego en la pareja. Carbonizados, como dice la propaganda, también aprenderemos (sic): “¿Cuándo es mucho o poco sexo? ¿La rutina te está matando la pasión? ¿La pareja, como el vino, mejora con el tiempo? ¿Sexo en la primera cita? ¿Cómo superar los celos?”. Lo sé señora. Usted sabe las respuestas, pero cómo le encanta que se las vuelvan a susurrar en la orejita. Veamos.

CUCUFATOS Y PÚDICOS

Y acaso sabemos tan pocos los peruanos. Veamos. Marco Aurelio Denegri, nuestro polígrafo onanista, una ‘ave raris’ en profundo proceso de extinción, diría que predico más a las piedras que a los eunucos. Que los peruanos a parte de cucufatos, somos púdicos. En parte tiene razón. No manejamos una cultura desahuevante en el tema. Las damas públicas –las que publican—, cuando hablan de coitos o aplicaciones son señaladas con todos los dedos. Conozco a profesoras que al comentar del asunto fueron despedidas de una universidad que queda en Surco. Las poetas pierden el pasaje al cielo si osan tratar el tema del orgasmo y una que otra, caso Josefina Barrón, es masticada pero no tragada, y con lo rica que es.

rampolla en set de televisión

Una novia, allá por los ochenta, era la mujer más linda del planeta. Cantaba cuando teníamos sexo y aquellos himnos hasta hoy me persiguen como sinfonía celestial. Una vez, obligada por la familia que la veía radiante fue a parar a un retiro espiritual. Ya no fue la misma. La había castrado de aquello que era su poesía. Hoy anda marchita de tía solterona y todo porque le dieron en el espíritu santo del asunto. Rampolla insiste en que los peruanos militamos en una de las sociedades más machitas de la tierra. Y el machismo prohíbe y proscribe. Además, la religión y el Opus Dei. Lastran y castigan el gozo que es la fuente de la mayor de las dulzuras del amor.

Rampolla no es una bruja. En tiempos de la inquisición americana ya la hubiesen quemado viva y sin condimentos en la hoy Plaza Bolívar. Rampolla es del S. XXI. Ergo, es simpática, dulce y lúcida. ¿Raro? No. Así luce apetecible como harta carga de voluptuosidad. Repito, en otros tiempos iba a la hoguera entera. Es que Rampolla porta una condición que condenaba a las mujeres otrora: el pecado de lujuria. Peor si gustaba a otras mujeres. El lesbianismo es una moda de la eternidad pero atormenta. El sexo es antes de la humanidad como concepto. El relato bíblico del paraíso con árbol del bien y del mal compara a la mujer con la serpiente y la hace cómplice del demonio. Rampolla le ha quitado ese barniz ecológico y cárnico. Ante una hembra con una sexualidad mucho más compleja y enigmática que la del hombre, ella analiza. Frente a un panorama de menstruación, placentas y fetos – sobre utilizados en la brujería--, ella explica. En sociedades donde la marginación le niega todo protagonismo a las damas, ella educa y cultiva, y además, con poses.

COQUETEO Y AMOR

Cuando recuerdo a Rampolla me remito a un texto de José Ricardo Báez quien aclara que ‘Hacer el amor’ es un acto casi ignorado. Que las personas cree que cuando se acuesta con su pareja ‘hacen el amor’. Ummm, digo yo. Y depende, dice él: “Que si al tipo no le importa, se la está tirando. Y si le gusta físicamente, está teniendo sexo, pero no haciendo el amor. Ummm. ¿Cómo se sabe cuándo se hace el amor? Es simple, hacer el amor es un proceso muchísimo más largo y completo que no sólo implica la cópula. Es decir, desde el coqueteo de esa noche hasta las palabras que escoja para llevarla a la cama, desde ahí, ya está haciendo el amor”. Cómo le quedó el ojo, señora. Pero Báez no explica que algunos vivimos en una urbe infernal, que se duerme poco, que se trabaja más, que se come mal y que se ama con dificultad, al menos, eso nos pasa al común de los mortales que radicamos en Lima.

rampolla

Entonces, es cierto que la mujer normal alcanza orgasmos múltiples. Que si una mujer no se excita sexualmente es responsabilidad de su pareja. O finalmente, que la causa de los problemas sexuales en la mujer es siempre psicológica. No es broma. Las familias disfuncionales en Lima, no saben, muchas tienen origen en la mala cama. Aquella pasión de lo sexual no es transmitida a la vida en familia. No hay pasión para la armonía. Eso, cuando hay buen sexo. ¿Y cuándo no? Entonces es peor. Rampolla sabe. Pero lo repito, nadie aprende a ser sexualmente feliz viendo la tele o comprando en Teleticket. El sexo es un asunto de seso. No insistas Rampolla.